El Servicio Nacional del Patrimonio, a través de la Subdirección Nacional de Patrimonio Cultural Inmaterial, estrenó el miércoles 27 de noviembre en el centro de eventos “La Guitarrera” el documental Tesoros Humanos Vivos. La obra rinde homenaje a los Alfareros y Alfareras de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca, reconocidos como Tesoros Humanos Vivos en 2019 por su invaluable aporte a la preservación del patrimonio cultural.

Un legado que trasciende generaciones

La alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca representa una tradición ancestral que ha perdurado por siglos, manteniendo viva la historia, la identidad y las costumbres de las comunidades rurales en Chile. Esta práctica artesanal, transmitida de generación en generación, va más allá de la técnica: es un símbolo de conexión profunda con la tierra y un testimonio de resistencia frente a los cambios sociales y económicos.

Desde tiempos inmemoriales, las alfareras y alfareros de estas localidades han sido guardianes de un conocimiento invaluable, transmitido principalmente entre mujeres. El proceso de creación, que incluye desde utensilios hasta figuras decorativas, refleja un profundo respeto por la tierra y un compromiso con la tradición. Cada pieza no solo es una obra de arte, sino también un vínculo tangible que conecta a las generaciones pasadas con las actuales.

Fabiola Sobarzo Carrizo, alfarera de Santa Cruz de Cuca, señaló emocionada: “Siempre le digo a la juventud que es importante que esto no se pierda, que continúen, que aprendan. Yo estoy dispuesta a enseñar lo que sé, lo que aprendí de mi madre y mi abuelita. Cada pieza que uno arma lleva cariño, porque es un proceso largo. Además, trabajar con la greda es terapéutico, uno se desestresa y eso es bueno para la salud. Con mucho cariño les digo que esto no se pierda.”

Este trabajo artesanal es un acto de preservación cultural que fortalece los lazos familiares y comunitarios. A través de la práctica cotidiana, las nuevas generaciones adaptan el legado a los tiempos modernos sin perder la esencia que define esta forma de vida.

Por su parte, Marcela Muñoz Esparza, alfarera de Quinchamalí, destacó: “La greda de Quinchamalí es especial porque todo el proceso es completamente artesanal, hecho a mano. No usamos torno ni horno, todo es tradicional. Expresamos nuestros sentimientos con la greda, y cada pieza que formamos cuenta una historia.”

Reconocimiento al patrimonio vivo

El programa Tesoros Humanos Vivos, creado en 2009, busca reconocer y visibilizar a personas y colectivos que realizan aportes significativos a la preservación de las tradiciones culturales en Chile. Desde su creación, 54 Tesoros Humanos Vivos han sido distinguidos, incluyendo a 24 cultores individuales, 26 colectivos y 4 grupos.

Claudio José Martínez Cerda, Director Regional SERPAT Ñuble, valoró la importancia de este reconocimiento: “Las alfareras de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca representan la huella patrimonial más profunda de la ruralidad en nuestra región. Su trabajo ha logrado situarse como un elemento esencial de nuestra identidad cultural.”

El documental, disponible en las plataformas digitales de la Subdirección Nacional de Patrimonio Cultural Inmaterial, invita a explorar y valorar la historia detrás de este oficio ancestral que sigue siendo un pilar fundamental del patrimonio cultural de Chile.

Un homenaje al pasado, presente y futuro

La alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca no solo es una técnica, sino una manifestación de identidad y cultura que trasciende el paso del tiempo. Este documental es un testimonio vivo de la resiliencia de las comunidades rurales y un llamado a proteger y difundir este legado, asegurando que siga inspirando a futuras generaciones.

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