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Participación de Gloria Rojas en el XVII Congreso Nacional de Botánica 2023
Asistí y participé como invitada extranjera al XVII Congreso Nacional de Botánica, celebrado recientemente entre el 13 y 15 de Septiembre en la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza en la ciudad de Chachapoyas, Perú.
Para llegar a Chachapoyas se toma un avión pequeño con capacidad para 80 personas más o menos el que se interna en diagonal, en dirección noreste de Perú. Desde el aire se observa un paisaje muy intervenido, con parcelas y algunas plantaciones de Pino y Eucalipto, también minería a tajo abierto, intervención que supongo es milenaria.
Una a vez llegada a la ciudad, quedé gratamente impresionada por la limpieza de sus calles , el color de sus casas, todas blancas con balcones de madera, los que, por el tamaño, creo que son principalmente de adorno, un comercio diverso que luce carteles en negro. No hay perros callejeros, ni locomoción o transporte público en las calles centrales, hay calles que son peatonales y si existen muchos taxis o colectivos para el desplazamiento a distancia dentro de la urbe. No hay delitos como robos. En la noche no se sienten ruidos, la ciudad duerme tranquila y solo se escuchaba a lo lejos un gallo cantar anunciando el amanecer. El hotel donde nos hospedaron era una casa colonial, antigua, con corredores internos y patios de luz, muy acogedor, con plantas que al parecer ni siquiera son regadas, pero lucen turgentes y con flores.
La universidad fue creada recién el 18 de septiembre del 2000, y este 18 de septiembre cumplió 23 años. Cuenta con una superficie de unas 17 hectáreas. A pesar de ser muy joven, tiene una infraestructura envidiable. Cada facultad cuenta con un edificio de tres pisos, con laboratorios y equipos de última generación y varias salas de clases. Cuenta además con un auditórium de gran capacidad y elegancia, para los eventos más variados y otras salas de conferencias y reuniones.
Participé en dos actividades de excursión a los sitios arqueológicos más cercanos a la ciudad. Uno fue Kuelap, una ciudadela tipo fortaleza, donde se puede observar la arquitectura de las casas y otras edificaciones construidas por los Chachapoyas y el otro fue Karajia, donde se puede observar el tipo de enterratorios utilizados por esta cultura , con sus sarcófagos en altura. La arqueología de Perú es siempre interesante e inquietante, uno va a estos sitios y siente algo indescriptible en el cuerpo y la mente. No puede dejar de sentir más que admiración, cada cosa fue realizada con arte, con precisión, todo se puede interpretar. Por otro lado, a pesar de lo intervenido del área, la vegetación nativa en los cercos y árboles es manifiesta, los árboles llenos de epífitas, orquídeas, tillansias, otras bromeliáceas, bomareas, pasifloras, e infinidad de helechos. Visitar estos lugares requiere de un tremendo esfuerzo físico , ya que son cerros de altura ,donde hay mucho que subir y bajar, no obstante, al terminar el día solo das gracias por el privilegio de conocer algo de una cultura milenaria tan interesante que nos dejaron nuestros antepasados.
El Programa del Congreso fue intenso y variado, con muchos simposios paralelos, entre los cuáles destaco los de humedales, etnobotánica, SERFOR, el de género, sobre mujeres en la ciencia, entre otros. El de género fue particularmente satisfactorio, porque estadísticamente se demuestra en dónde y porqué existen brechas entre los hombres y las mujeres científicas. En tanto, del simposio de SERFOR (Servicio Nacional Forestal de Flora y Fauna Silvestre), me impresionó por el profesionalismo de las ponencias y como manejan estos temas en Perú.
La verdad todo fue interesante uno no sabía que elegir para escuchar y ver.
Mi conferencia encabezó el desarrollo del Congreso. Ese día fui invitada por los organizadores a sentarme en la mesa con las autoridades, junto al presidente de la Sociedad de Botánica del Perú, y la Gobernadora de la Amazonía. Después de escuchar los discursos de las autoridades que dieron inicio a este evento, me correspondió dar la conferencia plenaria en donde desarrollé mi ponencia sobre la flora del Desierto Florido en Chile. La conferencia fue exitosa, con un auditórium lleno más de cien personas, a las cuales les pareció muy novedoso el fenómeno de los colores monocromáticos y mono específicos que se dan en algún momento y dependiendo de la cantidad del agua caída. El alto endemismo de este lugar también les pareció interesante. Para los congresistas, toda nuestra flora es llamativa, pues no conocían estos géneros y especies únicas, junto con el esplendor de los cerros cubiertos de colores. Recibí muchas felicitaciones y establecí contactos y conversaciones con los interesados. También se hicieron visitas guiadas a los laboratorios, en donde se hace mejoramiento del café, también nos mostraron los equipos para trabajar el material genético.
Uno de esos días fui a visitar el herbario, el que está recién comenzando. Nació por la necesidad requerida en clases en las carreras biológicas y forestales. Este joven herbario ya se encuentra indexado en el Index Kewensis y cuenta a la fecha con alrededor de 5000 ejemplares. Este herbario se incrementará rápidamente y su crecimiento será logarítmico por la cantidad de proyectos en curso sobre los estudios de su flora, depositando de manera frecuente las nuevas especies de orquídeas y otros géneros. Ellos entienden y están conscientes de la importancia de contar con un Herbario potente en la Amazonía Peruana y ya piensan contar a futuro con un edificio propio.
Mi entusiasmo me llevó a presentar una segunda ponencia sobre la colección SGO de Rapa Nui, un poco estimulada por el parecido de los sarcófagos de Karajia con los Moai de Rapa Nui, y lo similar de la figura esculpida en la ciudadela de Kuelap con la figura del Manutara de Rapa Nui. Después de terminar esta ponencia recibí un reconocimiento a mi trayectoria como botánica por parte de las autoridades de la Universidad huésped.
Hubo una presentación sobre orquídeas que me impresionó bastante, porque muestreando sólo los cercos colindantes a los cultivos, en un área de algunas pocas hectáreas, se encontraron alrededor de 80 especies de orquídeas, de las cuáles un gran porcentaje eran nuevas especies para la ciencia. Me da pena pensar en la cantidad de nuevas especies que se extinguirán antes de que sean descubiertas.
Después de la visita a los sitios arqueológicos y asistir a muchas presentaciones, me quedé pensando y concluí lo siguiente: Creo que los peruanos difícilmente tendrán una flora completa del Perú en el corto plazo, pues hay demasiado por hacer, existen muchos botánicos, pienso que son mucho más que en Chile, pero en proporción con la riquísima flora que poseen, parecen no ser suficientes para dar cuenta de esta sorprendente biodiversidad.
Asistir a un congreso es crecer no solo en conocimiento botánico, también es conocer la idiosincrasia de las personas, la cultura milenaria que está detrás de los lugares visitados. Agradezco a Martha Calderón, Danilo Bustamante y Natalia Arakaki, los tres colegas peruanos que estuvieron hace años en una larga pasantía, aprendiendo sobre algas con María Eliana Ramírez, ex directora de nuestro Museo. Posteriormente los tres sacaron su doctorado. Los tres fueron conferencistas de este evento. Martha y Danilo fueron los organizadores de este congreso y consiguieron los fondos para los invitados. Natalia hizo de anfitriona para mí y María Eliana Ramírez.